Son los últimos años del franquismo y se vislumbra vagamente la posibilidad de un cambio político que genera desconfianza entre las distintas facciones de un régimen agotado. Varios crímenes, disfrazados hábilmente de suicidio o accidente, se van sucediendo sin que nadie encuentre una explicación a ello. El subinspector Barrios está desconcertado. La única conexión entre los fallecidos es una fotografía de los primeros días de la guerra civil en la que siete hombres con uniforme de Falange posan junto al hombre que acaban de fusilar.